Estrategias para reducir las emisiones de CO2 en los edificios

Reducción emisiones de co2

Para poder alcanzar la neutralidad de carbono es indispensable comprender cuáles son los impactos de un edificio a lo largo de su ciclo de vida. Sin embargo, resulta complejo para los recién llegados saber por dónde comenzar, y esto suele hacer que se pierdan muchas oportunidades de descarbonización. A continuación, aclaramos el concepto de huella de carbono y compartimos con vosotros algunos consejos para reducir las emisiones de CO₂.

¿Cómo se mide la huella de carbono?

La unidad de medida más popular actualmente para cuantificar el impacto ambiental es la huella de carbono. Es una medida de los gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera a causa de nuestras actividades, por eso se le llama también Global Warming Potential (GWP). Por ejemplo, el transporte de materiales o consumo de electricidad (ya que para producirla se libera CO₂ a la atmósfera) son actividades generadoras de emisiones de carbono.

El GWP es el indicador que se tiene en cuenta para los criterios ESG (Eviromental, Social, Governance) y también para los cálculos de ahorro energéticos definidos por la Unión Europea (Taxonomy EU).

Etapas del ciclo de vida

Cuando hablamos de edificios, su huella de carbono se compone de dos partes fundamentales: el carbono embebido y el carbono operacional. El carbono embebido es aquel que está incorporado en los materiales del edificio, el generado por el trasporte de dichos materiales y durante los trabajos de construcción. El carbono operacional es el que se desprende en la fase de uso del edificio, bien sea por la energía consumida, el reemplazo de materiales o el mantenimiento. Finalmente, el carbono embebido al llegar el edificio al fin de vida podemos hablar de carbono embebido residual. Dicho carbono es el que podemos reutilizar o reciclar evitando futuros impactos en edificios nuevos, por ejemplo rehabilitando el edificio o reutilizando y reciclando sus materiales.

Etapas ciclo de vida

Estrategias para reducir el Carbono embebido

También llamado carbono incorporado, es el carbono que el edificio ha acumulado durante su proceso de construcción. Esto incluye, entre otros, el carbono embebido de los materiales utilizados (relacionado con su extracción, transporte a fábrica, fabricación) o el CO₂ emitido por los transportes de materiales y los trabajos en la obra. Algunas estrategias básicas para actuar sobre el carbono incorporado de nuestro edificio son las que siguen:

  • Minimización de materiales. En primer lugar, intentar reducir al máximo el repertorio de materiales y las cantidades. Trabajar con un número reducido de materiales facilitará el proceso de construcción y minimizará los costes de transporte (económicos y medioambientales) y simplificará los cálculos del análisis del ciclo de vida que hay que hacer. También se debe tener cuidado con sobredimensionar innecesariamente, ya que cuanta más cantidad de material, más carbono embebido estaré incorporando al edificio. Por ejemplo, si un Sistema de Aislamiento de Térmico Exterior (SATE) de 6 cm permite alcanzar el confort térmico y no hay un retorno de inversión ni de emisiones durante la vida del edificio, no es necesario colocarlo de 10 cm.
  • Materiales de proximidad. Se debe minimizar la distancia de transporte de la fábrica a la obra, ya que por mucho que se escoja un producto de bajo impacto (prefabricados de madera, por ejemplo), no tendrá ningún sentido si debe traerse de miles de kilómetros de distancia. Antes de seleccionar los materiales de construcción, es muy recomendable hacer un estudio sobre qué recursos (naturales e industriales) están disponibles en el entorno cercano. Esto hará posible optimizar la estrategia de materiales de kilómetro cero, que agradecerá tanto el medioambiente como nuestro bolsillo. 

Estrategias para reducir la huella de carbono operacional

Cada kWh de la red eléctrica tiene una huella de CO₂ asociada debido a los procesos que se han tenido que llevar a cabo para producir dicha electricidad y transportarla hasta los edificios. El carbono operacional es el asociado al consumo de energía y recursos del edificio a lo largo de su vida útil, la que requerirá para calentar, refrigerar y alimentarse una vez construido y puesto en funcionamiento. Las estrategias para actuar sobre el carbono operacional deberán ir ligadas a reducir el consumo energético del edificio y su mantenimiento durante su vida útil.  

reducción huella de carbono

  • Estrategias activas y pasivas. Para reducir la huella de carbono operacional del edificio, el primer paso es realizar un buen diseño pasivo del mismo: darle una buena orientación, optimizar su forma, cuidar su envolvente, etc. Una buena arquitectura bioclimática permitirá minimizar la demanda energética. El siguiente paso para conseguir que el edificio sea realmente eficiente, es escoger equipos que también lo sean. Las instalaciones y dispositivos con pocas pérdidas energéticas necesitarán menos electricidad de la red para alimentarse.
  • Productos durables. Los productos y materiales seleccionados para la obra también tienen un carbono operacional, que estará asociado a la cantidad de mantenimiento que necesite, frecuencia de reparaciones y de sustituciones. Se recomienda buscar materiales que aguanten toda la etapa de vida útil del edificio sin requerir apenas de acciones adicionales por nuestra parte.
  • Compensación de carbono. Para alcanzar la verdadera neutralidad de carbono, además de implantar estrategias de reducción como las mencionadas, es necesario medir la huella exacta del edificio. Esta medición la debe realizar un profesional mediante un análisis del ciclo de vida. Este análisis mide parámetros como el potencial de destrucción de la capa de ozono, potencial de eutrofización o el potencial de calentamiento global (GWP). El dato se da en unidades de Kg de CO2 equivalente y puede compensarse de varias maneras. Las estrategias más populares son la instalación de energías renovables que generen más de lo que consume el edificio, seleccionar productos que sigan una economía circular o participar en proyectos externos de compensación de carbono

Estrategias para reducir el carbono embebido residual

Llamamos carbono embebido residual a aquel asociado a los procesos que se llevan a cabo cuando un edificio llega al final de su vida útil. Los procesos de desmantelamiento, demolición o rehabilitación suelen ser procesos de alto consumo energético, lo que se traduce a una huella de carbono significativa. Las estrategias para reducir el carbono embebido residual irán ligados a facilitar el proceso de desmontaje del edificio y minimizar la generación de residuos

  • Maximizar el contenido reciclado y reciclable. No hay material más ecológico que aquel que no se fabrica. Como ya hemos dicho, todos los materiales tienen un CO₂ incorporado. Si evitamos utilizar materiales nuevos, estaremos evitando su producción y, por tanto, las emisiones generadas durante su extracción y procesamiento. En obra nueva, reutilizar materiales de un edificio, optar por productos con contenido reciclado o apostar por una rehabilitación antes que obra nueva, es una de las principales estrategias para reducir la huella de carbono de un proyecto. Lo mismo aplica cuando el edificio llega al final de su vida útil. Si en la fase de diseño se ha maximizado el contenido de materiales reaprovechables o reciclables, se reducirán los residuos generados y, en consecuencia, el carbono embebido residual. 
  • Diseño adaptable y flexible. La vida útil de un edificio será, muy probablemente, más larga que la de sus ocupantes y por ello se debe tener en mente que una estructura o espacio probablemente vivirá muchos cambios durante su fase de uso. Si se diseñan espacios polivalentes y se utilizan piezas fácilmente desmontables o reemplazables, se evitará tener que hacer grandes obras de reforma o demolición. La arquitectura modular o industrializada, por ejemplo, contribuye a evitar la generación de los muchos residuos que generan este tipo de obras.

Las exigencias en cuanto a reducción de emisiones de CO₂ solo harán que aumentar en los próximos años y la popularidad de la huella de carbono equivalente está convirtiendo los análisis del ciclo de vida en un procedimiento cada vez más habitual. Si se quiere pasar a la acción, es importante poder cuantificar con una unidad estandarizada el impacto ambiental de un edificio. Al fin y al cabo, no se puede gestionar lo que no se mide.

 

 

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